26.5.09

Una extraña mañana.

súbitamente sentí como si flotara y de un momento a otro desperté sobresaltada en mi cama. Era una mañana de lunes, para ser más exacta, un lunes a las 5:30 a.m. "comenzó la semana" pensé sin ánimos de mucho.
Cómo todos los días me bajé de la cama y me puse mis viejas pantuflas antes de ir como zombie a encender el piloto del cálefont, luego de esto tomé mi toalla y caminé hacia el baño arrastrando los pies, me metí en la ducha e inusualmente me demoré más es bañarme ese día, por lo que tuve que vestirme apresuradamente, tomar mi bolso (rogando que no se me quedara nada) y salir hacia el paradero del infernal sistema de transporte público de Santiago, más conocido como transantiago.
Cuando estaba a mitad de cuadra sentí una tenue voz que me llamaba a gritos, primero se me pasó por la mente que era una alucinación por la falta de sueño, o que sólo era producto de mi imaginación, así que seguí caminando unos segundos, pero como el llamado seguía finalmente reconocí la voz, me dí la vuelta y ahí estaba mi madre en bata agitando en el aire lo que parecía mi almuerzo. Genial- pensé - y yo que creía que no se me quedaba nada.
Como ya estaba casi en el límite de la hora sólo encogí los hombros como diciendo "lo siento mamá, hoy no podré comer", ella captó el mensaje y entró de nuevo a la casa.
tras unos minutos más de caminata llegué a la parada de la micro que me dejaba en mi colegio a eso de las 7:00 a.m., y entonces miré al rededor y ¡estaba vacío!. Comencé a imaginarme lo agradable que iba a ser irme dignamente sentada(cosa que no hacía hace meses) en vez de ir dando tumbos por toda la micro cada vez que frenara, acelerara, virara o básicamente estuviera en movimiento.
Esperé un largo rato parada entre la bruma característica de mi barrio en los días de invierno, muerta de frío por mi testarudez de no querer ponerme una chaqueta, y entonces pasó lo inevitable: empezaron a llegar personas ( y comencé a decirle adiós a la idea de irme sentada en la micro).
A eso de las 7:40 a.m. por fin se dignó a pasar una micro de las que me servía, subí al casi repleto vehículo junto con unas diez personas, el chofer mirando la frustración de no poder irme cómodamente en su micro reflejada en mi rostro soltó una risita y un "bueno días" que yo correspondí y mientras sacaba la tarjeta para pagar se escuchó en toda la calle el sonido previo a un choque: el de las llantas haciendo máxima fricción contra el pavimento; luego vino el tronar de los vidrios al romperse y del metal retorciendose por el impacto, levanté la cabeza y atónita observé el resultado de la colisión entre una camioneta 4x4 y un auto de mediados de los 80's, pasé la vista del choque al chofer quien estaba igual de sorprendido que yo... "por poco la colisión nos alcanza" pensé.
Luego de un momento el chofer me miró y me preguntó con la cara tensa: ¿nos vamos?- Yo sólo me encogí de hombros, de todos modos ya iba atrasada para el colegio.