" No me gusta llevarles flores a los muertos, es llevarle un muerto a otro" me dijo un amigo mientras lo acompañaba a un velorio. Mi primera reacción fue remontarme a mi año de visita al cementerio general y recordar las tumbas descuidadas y polvorientas contrastando con aquellas que tenían flores y tarjetas, "es una forma de demostrarles cuanto los recordamos" pensé, pero dándole más vueltas al asunto me dí cuenta que si, tiene mucha razón, y caí en el razonamiento de, por qué llevarles flores a los muertos si jamás podrán verlas, ¿será por mera formalidad?
Continuamos el camino hacia Melipilla donde estaban velando el cuerpo, iba con la mente fría y sin pensar demasiado, sólo tratando de ser un apoyo para mi amigo, que últimamente no ha sido el chico más afortunado de la tierra, y cuando llegamos por fin a la casa donde estaba el féretro, al entrar, simplemente sentí ese ambiente tenso, se respiraba dolor y muerte, vi a mi amigo y su cara inexpresiva y me preocupé un poco... Una de las hijas de la difunta estaba llorando cerca del ataúd y al ver a mi amigo, lo abrazó y le dijo entre sollozos "aquí está tu mama" ( así llamaba a la señora), yo me alejé un poco y corrí la vista, sin antes percatarme de que todo ese sentimiento de intenso dolor de la chica se había incrustado en mi.
Salí a respirar, corría una suave brisa y sentí deseos de fumar, así que prendí un cigarrillo en medio de recuerdos y anécdotas de los presentes... De pronto, la madre de mi amigo se nos acercó y dijo que iba a haber un responso y teníamos que entrar; dentro, una mujer de avanzada edad comenzó a dar un discurso fúnebre y junto con otros de los que estaban ahí cantó una canción que me desgarró el alma, y mientras las lágrimas de agolpaban en mis ojos, vi como le caían unas cuantas a mi amigo... aún ahora, si cierro los ojos puedo escuchar las voces tristes de los asistentes al velorio cantando a los ángeles del cielo. Cuando terminaron comencé a sentirme incómoda y angustiada y salí nuevamente, y mientras se consumía otro cigarrillo entre mis dedos, en mi mente se entrelazaban ideas trágicas y fantaseaba mi propia muerte.
Continuamos el camino hacia Melipilla donde estaban velando el cuerpo, iba con la mente fría y sin pensar demasiado, sólo tratando de ser un apoyo para mi amigo, que últimamente no ha sido el chico más afortunado de la tierra, y cuando llegamos por fin a la casa donde estaba el féretro, al entrar, simplemente sentí ese ambiente tenso, se respiraba dolor y muerte, vi a mi amigo y su cara inexpresiva y me preocupé un poco... Una de las hijas de la difunta estaba llorando cerca del ataúd y al ver a mi amigo, lo abrazó y le dijo entre sollozos "aquí está tu mama" ( así llamaba a la señora), yo me alejé un poco y corrí la vista, sin antes percatarme de que todo ese sentimiento de intenso dolor de la chica se había incrustado en mi.
Salí a respirar, corría una suave brisa y sentí deseos de fumar, así que prendí un cigarrillo en medio de recuerdos y anécdotas de los presentes... De pronto, la madre de mi amigo se nos acercó y dijo que iba a haber un responso y teníamos que entrar; dentro, una mujer de avanzada edad comenzó a dar un discurso fúnebre y junto con otros de los que estaban ahí cantó una canción que me desgarró el alma, y mientras las lágrimas de agolpaban en mis ojos, vi como le caían unas cuantas a mi amigo... aún ahora, si cierro los ojos puedo escuchar las voces tristes de los asistentes al velorio cantando a los ángeles del cielo. Cuando terminaron comencé a sentirme incómoda y angustiada y salí nuevamente, y mientras se consumía otro cigarrillo entre mis dedos, en mi mente se entrelazaban ideas trágicas y fantaseaba mi propia muerte.