11.1.12

tormento

El murmullo del fuego llegó a la ciudad como un relámpago. En cuestión de minutos estaban ya algunos camiones rojos para aplacar el incendio, pero ya era tarde.
Esa mañana los pájaros cantaban en la ventana de esa chica pecosa y pequeña que era amiga de todos. Hace tiempo ya que nadie sabía por que había perdido en brillo de sus ojos; cada tarde llegaba y se encerraba en su cuarto a llorar por horas, sin comer, sin dormir... sólo deseando que todo terminara lo más rápido posible.
Ese día decidió tomar su destino entre sus pequeños dedos y se dirigió hacia el galpón abandonado a las afueras de la cuidad, su única compañía eran sus fantasmas y un bidón azul.
Ya todos saben lo que ocurrió después...