Esa mañana los pájaros cantaban en la ventana de esa chica pecosa y pequeña que era amiga de todos. Hace tiempo ya que nadie sabía por que había perdido en brillo de sus ojos; cada tarde llegaba y se encerraba en su cuarto a llorar por horas, sin comer, sin dormir... sólo deseando que todo terminara lo más rápido posible.
Ese día decidió tomar su destino entre sus pequeños dedos y se dirigió hacia el galpón abandonado a las afueras de la cuidad, su única compañía eran sus fantasmas y un bidón azul.
Ya todos saben lo que ocurrió después...