18.2.10

(...)y todo pasó como en el principio de los tiempos...

17.2.10

los refugiados del sol

Como siempre, aquel enigmático joven vio la cuidad a través de los cristales de sus gafas oscuras, y dejando que su cabello fuera mecido por el viento, inhaló un poco de humo de su cigarrillo. Comenzaba a caer la noche y era momento de salir, ya no existía el peligro del sol y su dañina luz, y era seguro caminar por la cuidad.
Pisando fuertemente el asfalto con sus botas negras, arrojó la colilla de su cigarro a unos dos metros de él. Observando a su alrededor notó que una muchacha se le acercaba rápidamente, algo que era bastante usual, ya que siempre estaba impregnado de un aroma sutilmente atrayente que para las chicas era como miel para las moscas. La muchacha, morena y de ojos verdes penetrantes miró al joven y se acercó aún más, hasta casi rozar su nariz con la del chico, a pesar de que tuvo que ponerse en puntillas para hacerlo, y le susurró mirándolo fijamente a los ojos "eres de los nuestros" y dejando un papel doblado en el bolsillo de la chaqueta del muchacho. El chico quedó paralizado por unos minutos, eso si que era poco usual, y siguió caminado mientras prendía otro cigarro.
El humo se desvanecía en el aire nocturno mientras el joven se desplazaba a grandes zancadas por las sucias calles de la cuidad rumbo al bar de siempre, entró y sin sacarse las gafas se acercó a la barra, en ese momento recordó el papel que la chica de ojos verdes le había metido en el bolsillo, lo abrió y tenía escrita una dirección, un nombre y una fecha con hora, justamente era hoy, a aproximadamente 10 calles de donde estaba y faltaban 20 minutos para la hora señalada, asi que sin sentarse siquiera en el banquillo acostumbrado, dio media vuelta y dejó atrás las luces de colores y el olor a vómito y alcohol.
Llegó traquilamente al número 11 de la calle Nicolás Copérnico, a las 00:30 horas. Era un edificio antiguo, estaba algo derruido y se veía inestable, pero el chico entró de todas formas... dentro estaba oscuro, cosa que lo obligó a quitarse las gafas y guardarlas es uno de sus bolsillos; siguió caminando y de pronto, justo al frente suyo, una luz fluorescente se encendió en una habitación. Caminó con paso seguro hacia la fuente de luz, y al llegar ahí vio una oficina que, de no estar seguro que había entrado en aquel viejo edificio podría haber estado en cualquiera de los edificios de oficinas más caros de la ciudad. Ese cuarto era casi sacado de una escena de película de Tarantino: en su totalidad blanca, sin ventanas, con una mesa al fondo y un sillón con un tipo cincuentón sentado en él, a cada lado del tipo había una chica, y una de ellas era la que le había pasado el papel.
-Bienvenido Alonso- dijo el hombre en el sillón- lo estábamos esperando, ¿verdad chicas?. En ese momento el hombre se paró, dejando ver toda su magnificencia; era alto y delgado, con un aire sutil que hacia respetarlo en el mismo instante que llegara a mirarte, el cabello canoso y algunas arrugas denotaban su edad, y su voz fuerte y segura, con un dejo a sarcasmo, retumbaba en todo el cuarto.
-¿Como sabe mi nombre?- dijo Alonso con calma
- sabemos más cosas de ti de las que te imaginas- contestó la chica morena de ojos verdes.
- Bueno, basta de charlas y vayamos a lo que te hemos traído muchacho... - la voz del hombre resonó con determinación, su tono de voz se parecía bastante a la de Alonso, pero tenía un toque a madurez. Aquel sujeto de cabellos canos comenzó a caminar a través de una puerta que no se distinguía a simple vista e hizo una seña, a lo que las chicas reaccionaron inmediatamente y tomaron al muchacho de los brazos para conducirlo por un pasillo bien iluminado con varias puertas a cada lado, justamente, por una de esas puertas pasaron a otro cuarto, esta vez más pequeño y con más cosas, y se sentaron todos, uno frente a otro, pero todos al fin y al cabo viendo a Alonso.
- ¿Para que me han traído acá?- dijo súbitamente el chico.
- Por que eres un refugiado hijo, igual que nosotros- contestó el hombre canoso
- ¿Refugiado?- preguntó incrédulo Alonso- ¿como es eso? ¿los refugiados no son de guerras o cosas así?- y sin esperar una respuesta se llevó un nuevo cigarrillo a la boca con la intención de prenderlo, pero antes de que pudiera llevar a cabo su tarea, la otra chica, una pelirroja salpicada en pecas, le quitó el cigarrillo de los labios y le dijo con un acento algo ruso "no fumes, ¿no sabes que hace mal parra la salud?"
- si Alonso, refugiado, por esa razón no puedes prácticamente salir de día... tu, y todos nosotros, los que vivimos en este edificio, tenemos algo así como una enfermedad, somos hipersensibles a los rayos del sol y resistimos mejor la falta de luz en las noches y el frío- esta vez habló la chica morena, tenía una voz preciosa y Alonso quedó atontado por ella, por lo que pudo escuchar tan sólo la mitad de lo que dijo.
- Osea ¿ soy algo como un vampiro?- fue lo que alcanzó a razonar el chico con la información que le acababan de entregar.
El hombre canoso se acomodó en su silla y se frotó las sienes con los dedos antes de hablar.
- Si, podría decirse así, pero no tomamos sangre, ni hacemos ritos satánicos, o cosas por el estilo, lo que sí hacemos, es hacer trabajos que no muchas personas pueden hacer, o quieren hacer. Por poder movernos con más facilidad de noche, trabajamos como sicarios, la paga es buena y no hay muchos empleos nocturnos.
Alonso no podía creer lo que estaba viviendo, sabía que no era normal, se había criado en la calle y había conseguido pequeños trabajos para pagar la renta y sus cigarrillos, pero nunca creyó o imaginó que terminaría siendo sicario por una enfermedad que no lo dejaba salir al sol, o que sería un refugiado. Al ver la cara de asombro de alonso, el hombre sonrió un poco, se acomodó de nuevo y continuó.
- Por ahora aún puedes mantenerte bajo los rayos del sol por algunos minutos, tal vez horas, pero es por que eres joven aún y en un año o dos ya o podrás ver el día... te mataría.
- Bueno, ni modo, tendré que quedarme aquí con ustedes ¿no?- dijo alonso mirando a la joven y poniéndose las manos detrás de la cabeza con una sonrisa traviesa en los labios.
- Entonces, aceptas nuestra propuesta que aún no había hecho de quedarte con nosotros, perfecto. Natasha, acompáñalo por favor a su habitación.
La chica pelirroja se paró de su asiento y salió por la puerta, tuvo que carraspear un poco para que Alonso reaccionara al ipnotismo que había lanzado la chica morena sobre él. Después de unos segundos se paró y se fue siguiendo a la pelirroja, ella abrió una puerta y sacó de su sostén una llave.
- Esta es tu habitación, aquí está la llave, cualquierr cosa le dices al Señorr Du, él te ayudarrá- dijo la chica en torpe español.
- ¿así se llama?¿Du?
- si, ahorra si me disculpas, debo irrme. sin más preámbulos, la pelirroja dio media vuelta y desapareció tras un portazo.
La habitación estaba vacía salvo un colchón con algunas frazadas y una silla. Alonso se sentó en el suelo y sacó su cajetilla, tomó un cigarro y lo puso en su boca, y mientras lo prendía sonó la puerta. Tragó una gran bocanada de humo antes de ir a abrir, y cuando lo hizo, era la chica morena; se acercó y cerró la puerta, y así comenzó a amanecer en la cuidad.

15.2.10

de-ja-vú

La oscuridad comenzó a caer sobre la ciudad inundando todo con el manto aterciopelado de la noche. Antes, un ocaso fluorescente había deslumbrado a muchos en su transito por el cielo, como un desfile de nubes incandescentes, en perfecta formación hacia su muerte en el horizonte. Y así se consumió el día, y yo, viendo como las luces de los tristes y grises edificios de la metrópolis comenzaban a iluminar, hundía mis pasos en el aún cálido pavimento, con movimientos algo lánguidos y distraidos. Ya comenzaba esa hora del día que amo, o más bien de la noche, cuando es una joven abriendo los brazos a los viajeros, invitando a los placeres de la vida.
Estaba yo en mi tarea de caminar hacia ningún lado, algo que hago muy a menudo, cuando noté a lo lejos un pequeño parque con juegos donde los niños suelen jugar en las soleadas tardes de verano, a la vista de sus madres o cuidadores, y decidí parar un momento para descansar mis pies. Me senté en uno de los bancos que ahí se encontraban, frío y verde me recibió acogedor, estaba algo cansado pero no deseaba volver a casa aún, quería que las horas se alargaran hasta que se volvieran eternas. Cerré los ojos un momento y vislumbré en mis pensamientos una escena que me parecía familiar: era mi casa y en el salón estaba sentada mi prima con una copa que contenía un líquido ámbar, me la acercó y sonrío gustosa, parecía que le agradaba verme, (cosa que me pareció extraña en extremo, puesto que nuestra enemistad es mutua y desde hace años, es una chica preciosa pero, arrogante como ninguna, definitivamente no es una persona fácil de tratar), me sentía algo extraño pero no más de lo normal, llevaba conmigo un aire honorable, casi como mi padre, que es un gran hombre al que no he sabido retribuir todo lo que ha hecho por mi. De pronto miré hacia mi izquierda donde había un espejo, y al que vi reflejado en él no era yo, sino que en efecto, mi padre, vestido tan formalmente como siempre, con su bigote sobrio y su mirada severa pero compasiva, entonces recordé la copa que tenía en la mano, la acerqué a mi nariz y traté de captar algún aroma removiéndola un poco como lo hacen los catadores de vino, el líquido desprendió una fragancia dulzona que me recordó a las flores que mi madre cortaba de nuestro jardín los domingos por la mañana, luego acerqué la copa a mis labios, o a los de mi padre, y sorbí un sendo trago que saboreé gratamente. Después de eso las piernas me comenzaron a flaquear y caí a piso, mi prima se aproximó y dejando la boca muy cerca de mi oreja murmuró "lo siento tío, pero todo es por el bien de la familia" y se alejó con paso ligero hacia el patio donde se escuchaba ambiente de fiesta.
Desperté sobresaltado en el banco del parque donde me había sentado a descansar, había pasado algo más de una hora y no recordaba bien donde me encontraba, así que ordenando las imágenes en mi cabeza, entre el sueño y la realidad, y recordé que al día siguiente mi padre daría una recepción en casa y había invitado a toda la familia, iba a dar una noticia y nadie sabía de que se trataba.
La noche se cerraba cada vez más sobre mi y sin estrellas comencé el camino de regreso a casa, pensé por un momento que mi sueño podía ser premonitorio, pero después razoné un poco y me dí cuenta de que sólo eran supersticiones aquello de que se puede ver el futuro en sueños, o en una bola de cristal. Llegué a casa y subí las escaleras antes de que mis padres se despertaran, no quería ustificarme ante ellos y lo más sensato era ir directo a mi habitación y dormir un poco, ya era de madrugada y al día siguiente tendría que despertarme temprano y dignarme a poner la mejor cara a tíos y primos.
El sol se levantó imponente en el cielo y a eso de las 12 p.m. mi madre irrumpió en mi cuarto y corrió las cortinas para dejar que la luz me llegara de lleno en el rostro, gracias a eso desperté de golpe pero sin destaparme por completo. Mi madre decía algunas cosas mientras sacaba mi traje formal del armario y lo ponía sobre mi cama, yo solo asentía sin entender nada de lo que salía de sus labios, sólo procesé la frase que me dijo luego de darme un beso en la frente: báñate luego y baja, tus tíos ya están llegando.
Salí apáticamentemente de la cama, con gusto a poco del profundo sueño del que me arrancó mi madre y me dirigí a la ducha. Ya arreglado y bien vestido me hice a la idea de tener que soportar a mi familia todo un día, y sin mucho ánimo bajé las escaleras hacia el patio. Ahí estaba una gran mesa con el mantel blanco de encaje de mi madre, repleta de platos con comida y otros que llegaban desde la cocina en manos de mi tía Lucía y mi abuela, otra mesa pequeña apegada al muro de la casa tenía sobre sí botellas barias, algunas de vino, otras de licor y bebidas sin alcohol, pero hubo una que llamó mi atención, una que tenía un líquido ámbar en su interior igual que aquel de mi sueño, me acerque y tomé la botella, no tenía etiqueta y estaba cerrada y de pronto mi tío Antonio me miró con cara de " te descubrí en algo indebido", me puso una mano sobre el cabello y me despeinó cariñosamente, luego me miró y dijo "estás muy pequeño para eso Ed" ( eso me molestó algo, nadie en mi familia se hace a la idea de que en unos pocos meses más seré un adulto, y nunca está demás un poco de acogimiento en el mundo del juicio) dio media vuelta y se acercó a la bandeja de las papas fritas. En eso llegó mi prima, la miré con mi acostumbrada cara de odio y ella me devolvió la mirada con su permanente cara de petulancia, y detrás de ella venía mi padre, exactamente vestido como en mi sueño, después de pensarlo un momento mi prima también llevaba puesto el mismo vestido rosa que en mi sueño de parque, pero pensé que era una coincidencia, me despreocupé y me rendí ante unos nachos que estaban llamándome hace mucho.
Ya después del almuerzo, empecé a hacer fuerza mental para que todos se fueran, pero estaban tan entretenidos: mis tías, abuelas, y mi madre chismeando o hablando "cosas de mujeres" como me dicen siempre que me acerco,y mis tíos, mis abuelos hablando de negicios, que desistí a la idea de que pudieran ires rápido. Me senté alejado de la gente observando la situación, y vi que mi prima llenaba una copa con aquél líquido amarillento y entraba a la casa, "esto me huele a dejavú - pensé- sólo esperemos que no sea lo que estoy pensando". Algunas horas después los llantos recorrían mi casa y a mi padre se lo llevaban en una camilla, había sufrido un paro respiratorio o algo así, y tomé consciencia de que todo es lo había soñado y pude haber hecho algo para evitarlo... y, en todo caso, de su noticia importante nada se supo. Años después mi madre en su lecho de muerte, una tarde fría de otoño, con la luz agonizante de medio día pegando en mis ojos, me confesó que mi prima era en realidad mi hermana, y me pidió por favor que no se lo dijera a nadie, por que podía acabar a toda la familia...

y eso es todo

No sé por que me pasa que siempre que estoy lejos del pc comienzo a pensar y me salen las obras maestras literarias como si nada, así de repente y luego, cuando llego al teclado las ideas abandonan mi mente dejándome sólo con un vacío increíble en la cabeza...quizá sea la radiación o que pienso más claramente al aire libre, tal vez por eso no me gusta estar sin un techo, por que la no influencia de Internet hace que me salten las letras, las palabras y los párrafos en el consiente, subconsiente y superconsiente (no sé si eso existe en realidad.. creo que ese es el eyo o el super yo ... no me acuerdo), y creo que a la larga eso me molesta un tanto, por que pierdo el control a ratos y detesto no tenerlo.

12.2.10

post guerra

De pronto todo se volvió oscuridad, y la luna ya no brillaba como antaño lo hacía, y el agua ya no era clara como en los manantiales de la vieja casa... y así todo se volvió inerte en tan poco tiempo que adaptarme fue una tarea ardua y compleja.
No le dí mucha importancia al principio, hasta que la brisa del ocaso comenzó a oler a tierra de cementerio, y en el momento en que Joe llegó al portal de la casa con un brazo que dijo recogió del río ya era demasiado tarde para cambiar el final de la historia.
Ya nunca más pude disfrutar esos días soleados acostado en el césped, sin tener el peligro de que explotara una bomba en mi cara, ya jamás pude sentir la tranquilidad de un domingo por la mañana, por que ahora las tropas pasaban por millares a cada momento del día. Lo más probable es que ya no podremos ver un mundo feliz.

10.2.10

rimas y mas rimas

¿nunca han pensado que
las rimas siempre tienen algo de razón ?
por que si tienen igual terminación
algo bueno deben tener
y si bien aveces irritan a algunos
a otros gustan bastante
ya que lo que tienen de irritante
también lo tiene de pegajoso
y ya sean cuentos de osos
o de alguna aventurilla
la rima jamás falsifica
las palabras de un venturoso
y ahora sin palabras me he quedado
por que las palabras que rimas se me han terminado
en parte por que tengo sueño
y en parte por que tampoco sirvo mucho para esto
solo resta decir una cosa
que aunque vivamos en un mundo al revés
las rimas siempre estarán
aunque sea en los pies
y si no te gustan estas simpáticas palabras que terminan en lo mismo
anda acostumbrándote por que ya no hay salida
y cuando menos lo esperes, te asombrarás de ti mismo
cuando comiences a hablar solito en rima.