15.2.10

de-ja-vú

La oscuridad comenzó a caer sobre la ciudad inundando todo con el manto aterciopelado de la noche. Antes, un ocaso fluorescente había deslumbrado a muchos en su transito por el cielo, como un desfile de nubes incandescentes, en perfecta formación hacia su muerte en el horizonte. Y así se consumió el día, y yo, viendo como las luces de los tristes y grises edificios de la metrópolis comenzaban a iluminar, hundía mis pasos en el aún cálido pavimento, con movimientos algo lánguidos y distraidos. Ya comenzaba esa hora del día que amo, o más bien de la noche, cuando es una joven abriendo los brazos a los viajeros, invitando a los placeres de la vida.
Estaba yo en mi tarea de caminar hacia ningún lado, algo que hago muy a menudo, cuando noté a lo lejos un pequeño parque con juegos donde los niños suelen jugar en las soleadas tardes de verano, a la vista de sus madres o cuidadores, y decidí parar un momento para descansar mis pies. Me senté en uno de los bancos que ahí se encontraban, frío y verde me recibió acogedor, estaba algo cansado pero no deseaba volver a casa aún, quería que las horas se alargaran hasta que se volvieran eternas. Cerré los ojos un momento y vislumbré en mis pensamientos una escena que me parecía familiar: era mi casa y en el salón estaba sentada mi prima con una copa que contenía un líquido ámbar, me la acercó y sonrío gustosa, parecía que le agradaba verme, (cosa que me pareció extraña en extremo, puesto que nuestra enemistad es mutua y desde hace años, es una chica preciosa pero, arrogante como ninguna, definitivamente no es una persona fácil de tratar), me sentía algo extraño pero no más de lo normal, llevaba conmigo un aire honorable, casi como mi padre, que es un gran hombre al que no he sabido retribuir todo lo que ha hecho por mi. De pronto miré hacia mi izquierda donde había un espejo, y al que vi reflejado en él no era yo, sino que en efecto, mi padre, vestido tan formalmente como siempre, con su bigote sobrio y su mirada severa pero compasiva, entonces recordé la copa que tenía en la mano, la acerqué a mi nariz y traté de captar algún aroma removiéndola un poco como lo hacen los catadores de vino, el líquido desprendió una fragancia dulzona que me recordó a las flores que mi madre cortaba de nuestro jardín los domingos por la mañana, luego acerqué la copa a mis labios, o a los de mi padre, y sorbí un sendo trago que saboreé gratamente. Después de eso las piernas me comenzaron a flaquear y caí a piso, mi prima se aproximó y dejando la boca muy cerca de mi oreja murmuró "lo siento tío, pero todo es por el bien de la familia" y se alejó con paso ligero hacia el patio donde se escuchaba ambiente de fiesta.
Desperté sobresaltado en el banco del parque donde me había sentado a descansar, había pasado algo más de una hora y no recordaba bien donde me encontraba, así que ordenando las imágenes en mi cabeza, entre el sueño y la realidad, y recordé que al día siguiente mi padre daría una recepción en casa y había invitado a toda la familia, iba a dar una noticia y nadie sabía de que se trataba.
La noche se cerraba cada vez más sobre mi y sin estrellas comencé el camino de regreso a casa, pensé por un momento que mi sueño podía ser premonitorio, pero después razoné un poco y me dí cuenta de que sólo eran supersticiones aquello de que se puede ver el futuro en sueños, o en una bola de cristal. Llegué a casa y subí las escaleras antes de que mis padres se despertaran, no quería ustificarme ante ellos y lo más sensato era ir directo a mi habitación y dormir un poco, ya era de madrugada y al día siguiente tendría que despertarme temprano y dignarme a poner la mejor cara a tíos y primos.
El sol se levantó imponente en el cielo y a eso de las 12 p.m. mi madre irrumpió en mi cuarto y corrió las cortinas para dejar que la luz me llegara de lleno en el rostro, gracias a eso desperté de golpe pero sin destaparme por completo. Mi madre decía algunas cosas mientras sacaba mi traje formal del armario y lo ponía sobre mi cama, yo solo asentía sin entender nada de lo que salía de sus labios, sólo procesé la frase que me dijo luego de darme un beso en la frente: báñate luego y baja, tus tíos ya están llegando.
Salí apáticamentemente de la cama, con gusto a poco del profundo sueño del que me arrancó mi madre y me dirigí a la ducha. Ya arreglado y bien vestido me hice a la idea de tener que soportar a mi familia todo un día, y sin mucho ánimo bajé las escaleras hacia el patio. Ahí estaba una gran mesa con el mantel blanco de encaje de mi madre, repleta de platos con comida y otros que llegaban desde la cocina en manos de mi tía Lucía y mi abuela, otra mesa pequeña apegada al muro de la casa tenía sobre sí botellas barias, algunas de vino, otras de licor y bebidas sin alcohol, pero hubo una que llamó mi atención, una que tenía un líquido ámbar en su interior igual que aquel de mi sueño, me acerque y tomé la botella, no tenía etiqueta y estaba cerrada y de pronto mi tío Antonio me miró con cara de " te descubrí en algo indebido", me puso una mano sobre el cabello y me despeinó cariñosamente, luego me miró y dijo "estás muy pequeño para eso Ed" ( eso me molestó algo, nadie en mi familia se hace a la idea de que en unos pocos meses más seré un adulto, y nunca está demás un poco de acogimiento en el mundo del juicio) dio media vuelta y se acercó a la bandeja de las papas fritas. En eso llegó mi prima, la miré con mi acostumbrada cara de odio y ella me devolvió la mirada con su permanente cara de petulancia, y detrás de ella venía mi padre, exactamente vestido como en mi sueño, después de pensarlo un momento mi prima también llevaba puesto el mismo vestido rosa que en mi sueño de parque, pero pensé que era una coincidencia, me despreocupé y me rendí ante unos nachos que estaban llamándome hace mucho.
Ya después del almuerzo, empecé a hacer fuerza mental para que todos se fueran, pero estaban tan entretenidos: mis tías, abuelas, y mi madre chismeando o hablando "cosas de mujeres" como me dicen siempre que me acerco,y mis tíos, mis abuelos hablando de negicios, que desistí a la idea de que pudieran ires rápido. Me senté alejado de la gente observando la situación, y vi que mi prima llenaba una copa con aquél líquido amarillento y entraba a la casa, "esto me huele a dejavú - pensé- sólo esperemos que no sea lo que estoy pensando". Algunas horas después los llantos recorrían mi casa y a mi padre se lo llevaban en una camilla, había sufrido un paro respiratorio o algo así, y tomé consciencia de que todo es lo había soñado y pude haber hecho algo para evitarlo... y, en todo caso, de su noticia importante nada se supo. Años después mi madre en su lecho de muerte, una tarde fría de otoño, con la luz agonizante de medio día pegando en mis ojos, me confesó que mi prima era en realidad mi hermana, y me pidió por favor que no se lo dijera a nadie, por que podía acabar a toda la familia...

2 comentarios:

coeur_solitaire dijo...

mm me encanto que quieres que te diga, si ya todo te lo dije por msn.
por cierto tengo mis teorias de quien fue. =)

respecto a mi tiempo me temo que nu se cuando pero podria llegara revisar el FDS.

^^

Karina Rojas Sandoval dijo...

amor, dónde te has metido?